Mis 3 personajes del ônibus de las 2045

Me gasté el resto del dinero de mi semana (y es miércoles) en revistas de disenho. Arquitecta apaixonada, después de todo.

Leí mi espera hasta que llega el Boiquerão, y decido acompanhar a una ninha con un globo de helio (la verdad es que ese era mi autobus, pero la decisión de decidir acompanharla me pertenece nomás a mí).

Adentro muy sutilmente nos peleamos a muerte por los asientos. Un ninho de unos 5 anhos nos arrebata descaradamente el asiento a mí y a su mamá. El ninho toma una Coca-Cola de lata, y antes de que el ônibus avance, su mamá se da cuenta de que ya no tiene más. Se la quita y avanza al bote de basura, al mismo tiempo que lo hace el ônibus. La inercia hace lo suyo y la senhora, de complexión robusta, va cayendo. Entonces me pongo mi máscara de Spiderman y la rescato de caerse pomposamente al piso. Me lo agradece la cara de asombro del ninho.

Ellos se bajan en Paiol, y antes de que pase algo más tomo el asiento recién liberado. El camino de ahí a la estação Guadalupe es oscuro y triste, como salido de un film noir. La luz nomás viene de los faroles amarillos, como centinelas ajenos a todo, y los anuncios flasheantes de los TDs. Una sola luz se mantiene serena, viene de una ventana en un segundo piso. No hay un JenniferLopez mirando la luna, pero adentro alcanzo a ver una pareja que baila en un salón. Para ellos no existen ni el muchacho vendiendo droga en la puerta, ni esta Richard Gere que por un momento baila con ellos mientras los observa desde el ônibus moviéndose. Solo existen el uno y el otro, y la rumba que los une.

La ninha del globo de helio se baja en la misma parada que yo. Solita como vino se va, y camina hacia el Passeio Público. Al perderse en la oscuridad de las sombras de los árboles y con el viento amenazando su globo, me la imagino como una caperucita roja que ya conoce el final de la historia, pero aún así tiene miedo camino a casa de su abuela.