24.4.07

Inevitable (ni tanto)

Entonces... no quería postear nada hasta tener alguna reflexión-comentario interesante de mi viaje (que fue una maravilla, gracias a dios y a mi querida familia, que paga la tarjeta), pero hoy el ocio y la voz en mi cabeza coincidieron para esta narrar esta anécdota más inventada que real, pero real a final de cuentas.
Introducción.
Tomé la decisión de ver "300" cuando my oldest friend me repitió una y otra vez (en nuestra primera llamada por teléfono en casi medio año) lo bueno que era. "Va" pensé, "mañana antes de clase voy"
1.
La primera vez que traté de verla un mal cálculo con los camiones me hizo llegar media hora después que la película había empezado. Después de tantas expectaticas, verla así no tenía caso, así que mi supuesta ida al cine se convirtió en una (involuntaria) expedición de exploración por las ciudades aledañas a Curitiba. No todos los camiones que dicen PUC llevan a la PUC. El chistechito me costó un resfriado.
2.
Al día siguiente, completamente indispuesta a aceptar que los camiones me iban a ganar, salí para allá una hora antes de que empezara la función, exactamente el tiempo necesario para llegar en punto. Y en punto llegué.
Satisfecha, alcancé mi bolsillo y pedí mi entrada, a lo que la señora de la taquilla (con su cara de no haber tenido tiempo para tomar café en la mañana) me respondió con que la sala estaba llena, así que no me lo podía vender. Sala llena a las 1420?? No le creí nadita. En cambio, me vendía el de la función de las 1640. Haber llegado hasta allá para otra vez regresar con la colita entre las patas? Jamás! "Deme ese boleto!"
3.
Así que esperé, esperé como lo hace quien no tiene nada más que hacer. Esperé y me choca esperar. 2 horas y 20. 140 minutos. 7/3 hora. Leí, saqué cuentas, estudié, me soné cantidad de veces, dibujé en las mesas e imaginé historias de las vidas de los clientes del mall donde estaba... esperando. Afuera se suelta lloviendo, ya nada más faltan 15 minutos! 10! Se fue la luz :)
Conclusión.
Dicen que la tercera es la vencida, no? Situaciones como esta me hacen pensar que de verdad existe un destino del que no podemos escapar, no importa que tanto lo intentemos. Yo sólo quería ver mi película, y a lo mejor comprarme palomitas. O unos nachos.
Me da la impresión de que cuando por fin rente la dichosa película, voy a estar nerviosísima al momento de darle play. Dicen que ir en contra de las fuerzas del destino puede ser peligroso.
Epílogo.
Hablé antes de tiempo. Ahora estoy dentro de la sala del cine, la luz regresó en unos 5 minutos. En mi butaca suavecita y antes de que empiecen los trailers, me pongo a divagar de lo pequeños que somos con respecto a todo lo que pasa alrededor de nosotros, de nuestra vulnerabilidad y de la belleza de lo efímero. Eso, y lo triste que es buscar y no encontrar ni una moneda para las palomitas.