24.5.07

Relato de camión

Él llega a la parada del camión quejándose del frío que hace, y juega un poco con las monedas en su bolsillo antes de sacar lo necesario para el pasaje. Ella ya viene en el camión, se había subido hacía 2 paradas.
Él se sube entre codazos de la multitud, la misma que lo empuja hasta pararse enseguida de donde ella viene sentada. Ella no repara en él, viene leyendo un libro.

Él entonces mira hacia abajo y la encuentra, la encuentra linda. Ella no exhibe algún atractivo particular, su saco grande limita a la imaginación su silueta y su cabello suelto esconde la mayor parte de su rostro.
Él se da cuenta de que su belleza reside en su ausencia. Ella no está en este camión atascado de gente, ni siquiera en esta ciudad de cielos nublados y bocas cerradas y tristes.

Él quiere formar parte de esa realidad y de reojo se asoma a las páginas que la tienen atrapada. Ella está leyendo de recetas y de amores, de especias picantes y de sexo, de cebollas y hombres que hacen llorar, de chocolates y más hombres que curan el corazón.
Él se pregunta quien es ella y que hace con ese libro. Ella empieza a sentir la presión de la mirada de él. Él la quiere conocer, ella quiere que él le hable.
Un carro se pasa una luz roja y el camión frena de golpe.
Él con una mano se agarra fuerte y con la otra la sujeta a ella. Ella murmura algo así como un gracias y nerviosa regresa su libro.

Solo se atreven a cruzar miradas furtivas y encontradas en el reflejo de la ventana.


Él maldice su cobardía y se baja en la próxima parada. Ella lo sigue con la mirada mientras baja del camión.

Cuando la puerta del camión se cierra, él se voltea y se encuentra con los ojos de ella. Ella resignada, empieza a despedirse del muchacho que la hizo regresar a Curitiba.


En el aire queda aquello que ninguno de los dos tuvo el coraje de reconocer.


Él camina a casa preguntándose como habría sido amarla. Ella, sola otra vez en su mundo, empieza a escribir este relato.

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