30.8.07

Maripositas en el estómago

Una de mis roomies (no puede faltar en ningún depa de estudiantes) me da la impresión de que nunca le cayó el veinte de que ya no está en su casa. Digo eso por su inefable sentido de la responsabilidad... hacia sus so called alergias.
Dice ella y las malas lenguas que nació con una piel (y cito) "tan delicada, blanca y finita" cosa que nos recuerda cada 2 o 3 días con sus autoelogios cuando se lava la cara de mañana, "que no tolera el contacto con esas cosas químicas".
Esas cosas químicas son, para fortuna de ella, jabón para platos, detergente de ropa y limpiadores de baño. Cocinar tampoco, "ni que estuviera vieja!", pero francamente, cocinar me gusta tanto que no me molesta hacerlo diario. Siempre me he quedado con las ganas de preguntarle si el barniz de la escoba también le hace daño, y si no, entonces por que ni siquiera con la barrida nos echa la mano a nosotras dos, pero preguntar algo así seria como una autoinvitación a regresar al pensionato.

El caso es que así nos las arreglamos, yo cerrando los ojos, tragando corajes y lavando platos. Ella también, haciéndose la sorda a mis comentarios, tragando corajes y teniéndome más paciencia para cobrarme la renta (no es que no tenga el dinero, es que me gusta molestarla de alguna manera).

Pero en los últimos días ha sucedido que esta compañerita, no solo se ha despertado más temprano, más activa y menos ensimismada, sino que hasta se ofreció a hacer el desayuno para las 3. Mi otra roomie y yo casi nos ahogamos con el café que estábamos tomando, pero el verdadero shock vino cuando la vimos poniendo ropas en la lavadora (sí, pidió que una de nosotras le pusiera el jabón, pero... cuanto avance!). Y ese cambio? La respuesta vino con el muchacho que invitó a cenar en casa ese mismo día, y la risita de niña chiquita que dejaba escapar con cada comentario del chamaco en cuestión.
Así que la roomie de la piel demasiado delicada está enamorándose, y el cambio se nota en la casa. No puedo decir que mi lombriz de envidia no se dió unos estirones de verla de repente tan feliz, pero a final de cuentas eso, y no tener que estar recogiendo cada cosa que deja tirada atrás de ella, le pudo más a mi envidia y hoy me siento de verdad (o quiero convencerme de que sí) contenta por ella.

Como que las maripositas en estómago la pusieron más en contacto con el mundo que existe afuera de su burbuja de espacio perfecto.
Yo... me quedo preguntándome que me harían a mí...

Um comentário:

Anônimo disse...

To me, they make me be more aware about myself, how do I look, what do I wear, how do I walk, what to do to make him look at me without him noticing the effort. We need to talk!!!God, I have something to tell you.